miércoles, noviembre 12, 2014

FESTIVIDAD DE MADRE CABRINI



                             
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S.G. - L. 003/2014

13 de Noviembre, 2014
“Este es el tiempo favorable” (2 Cor 6,2)

Queridas Hermanas Misioneras y todos los hermanos y hermanas que comparten las gracias de este carisma. En esta fiesta de Santa Francisca Javier Cabrini les envio un caluroso saludo. Este tiempo de gracia es especial para todos nosotros y estoy segura que Madre Cabrini se encuentra a los pies del Cristo, intercediendo en nuestro favor. “Ahora es el momento favorable”, un momento en que se nos está dando la gracia de manera particular para que podamos hacer realidad, las directrices del XV Capítulo General. Oremos para que podamos tener la misma capacidad de alejar los imposibles, tal como era el sello distintivo de la vida apostólica de Madre Cabrini. En septiembre de 1897, ella escribió en su Diario:

“Me has hecho a través de tu misericordia, Misionera de tu divino corazón. Yo debo hacerlo; debo ir hasta los últimos confines de la tierra para hacer todo lo que tu quieres, porque el sonido de tu voz hace maravillas. En tu nombre Señor, y encerrada dentro de tu corazón, soy capaz de todo. Puedo hacer todas las cosas en Cristo que me fortalece!”

Hemos heredado esta misma gracia, pero debemos mantener abiertas nuestras mentes, corazones y voluntades para que las brasas, las chispas y llamas de nuestro amor por Jesús, nos muevan hacia él y hacia los demás.
Madre Cabrini entendió que “la Misión es a la vez pasión por Cristo y pasión por su pueblo.” (La alegría del Evangelio, 268). En su vida, ella trabajó codo a codo con sus Hermanas religiosas y con todos para hacer conocer el amor y la misericordia de Jesús, especialmente donde más se necesitaba: en lugares abrumados por el pecado, la muerte, los moribundos, los huérfanos, la pobreza, la ignorancia, la soledad y la falta de justicia en las relaciones interpersonales. Ella fue mística y profeta cuyo amor fue tambien “humano y humanizante.” Madre Cabrini reconoció que Jesús no sólo tenía un gran amor por ella, sino también un amor sin medidas para todos y cada persona en el mundo.
Sabemos que cuando somos amados somos capaces de responder. Debemos responder; el amor no es completo si no se corresponde. La única cosa que Jesús nos pide a cambio de su amor incondicional, es que le devolvamos amor. Madre Cabrini deseaba ir hasta los “confines de la tierra” y agotase viajando por todo el mundo trabajando por devolverle a Dios el amor, tratando de ser una “misionera de su divino corazón.”
En este ahora del año 2014, se nos invita también a ser “misioneros de su corazón divino”, e impulsados  por este amor salir de nosotros mismos “para tocar la miseria humana, la carne sufrida de los demás.” (La alegría del Evangelio, 270).
Como Madre Cabrini, juntos podemos descartar imposibilidades y “hacer todas las cosas en Cristo que nos fortalece”, la transformación de nuestra vida personal, la reorganización del Instituto en un menor número de entidades canónicas, más profundamente, la incorporación de laicos que comparten este carisma, y la evaluación de nuestras obras para realizar opciones preferenciales por las que más expresan nuestra “Misionaridad” en esta realidad de hoy. Confiamos en que la gracia que se nos da en este momento de la historia, nos favorece y nos permite ser verdaderamente Misioneras del Sagrado Corazón de Jesús.
Madre Cabrini comunicó el amor de Cristo en el mundo mediante la enseñanza a los niños, en particular los niños pobres, visitando los presos en las cárceles, el cuidado de los enfermos que no fueron atendidos por nadie más, a través del acercamiento y la amabilidad con todos aquellos con quienes fue entrando en contacto. Madre Cabrini nunca dio importancia a la nacionalidad o religión de una persona, si era rico o pobre, hombre o mujer, niño o adulto. Ella amó a Jesús amando a los demás.
La Iglesia nos da santos como modelos que podemos imitar porque vivieron sus vidas en forma tal, que han demostrado cómo ser verdadero cristiano. Quiero agradecer a cada uno de los miembros de esta familia Cabriniana por su testimonio hoy. Gracias por traducir el amor en acción, por compartir sus vidas, talentos y tesoros, por cuidar a los enfermos, proveer de un techo, alimentar a los hambrientos, por la lucha por los inmigrantes, la crianza de los huérfanos, la educación de los jóvenes, el anuncio del Evangelio, y el uso de su capacidades y privilegios por la justicia. Usted son hoy dia el Corazón de Cristo encarnado, que permiten que Cristo se les revele a través de ellos.
Concluyo orando por todos nosotros, para que podamos responder con rapidez y energía a las necesidades que vemos, que juntos nos esforzemos por compartir la “alegría del Evangelio” y ser “misioneros de su divino corazón” en nuestras familias, comunidades, parroquias y lugares de trabajo. Le pedimos a Madre Cabrini que ore por nosotros al Corazón de Jesús para que se nos obtenga la gracia de la fe que mueve las montañas, la esperanza confiada de quien afronta los desafíos sin miedo, y el amor y la caridad que ve con los ojos de Dios el sufrimiento y las necesidades de los que nos rodean.

Unida en el Corazón de Cristo,
Hna. Barbara Staley, MSC
Superiora General
 Misioneras del Sagrado Corazón de Jesús